Si algo se encuentra un diseñador gráfico en el mundo es con el vacío de reconocimiento, es algo extraño, porque la inmensa mayoría cuando emprende diversos proyectos no da valor suficiente a la parte gráfica, se sigue viendo como algo secundario, prescindible, en lo que poder ahorrar o recortar “gastos” y lo entrecomillo porque se presupone un gasto y no una inversión. Luego, son los primeros que para comprar o atender a un negocio, un producto, lo que sea, inconscientemente prima a lo que le llama visualmente. Por una parte no le damos valor, pero sin duda, es lo primero en lo que nos fijamos, y expresiones coloquiales nos lo confirman, “la primera impresión es la que cuenta”, “lo que no entra por el ojo…”, “no hay segunda oportunidad para la primera impresión”, etc.
Mucho se ha hablado ya del éxito musical de Rosalía, se han hecho reportajes, programas y hasta estudios de su álbum “El mal querer” como éste de Jaime Altozano el cual recomiendo encarecidamente. Si algo hemos aprendido de esto es que Rosalía no sólo quiso cantar y grabar un disco, sino emplear todos sus conocimientos musicales y rodearse de profesionales en otras disciplinas para hacer un producto completo y redondo. En ello, no se olvidó de la faceta gráfica y sin obviar los pegadizos ritmos y sonidos sintetizados, creo bajo mi humilde opinión, que lo segundo que ha destacado ha sido la imagen de su disco.
Hay que señalar que Rosalía no sólo buscó un gran diseño gráfico para hacer la portada de su álbum, sino que hizo algo que la destaca como artista al completo, ilustró todo su repertorio, cada una de sus canciones, hilando con la historia que contaba y creando un complemento que perfecciona todo el trabajo. Bajo mi criterio veo que el disco no sería el mismo sin ése grafismo además de que me resulta revolucionario dar tanto peso a dichas ilustraciones.
Este enorme trabajo es fruto del diseñador Filip Custic, que con brillantez ha sacado de los tópicos musicales a “El mal querer”, empleando en ocasiones perspectivas isométricas y pero siempre un surrealismo que me recuerda a Dalí, aunque él prefiere llamarlo “objetismo”, un término acuñado por él y que pretende hablar de “la relación que tenemos los humanos con los objetos. Qué significa en nuestra mente cada uno de ellos y qué arquetipos representan”.
Uno se enorgullece más cuando descubre que éste tinerfeño con raíces croatas fue descubierto por la cantante via Instagram. Las nuevas tecnologías no sólo traen el “catastrofismo de los telediarios” sino que rompe con lo tradicional, con las jerarquías y hace accesible y fácil de descubrir a aquel que lo está haciendo bien.
La imagen visual de “El mal querer” creo que permanece en la retina de aquel que la ha visto y seguramente quede recordado como algo realmente novedoso dentro del panorama musical. La estética divina y virginal, ayudan muy mucho y el significado e interpretaciones infinitas hacen que den amplitud y profundidad a cada estrofa de las canciones, mérito de Filip si, pero que sin la visión e importancia que le quiso dar Rosalía no hubiera sido posible.
Todo esto ha servido de inspiración a muchos diseñadores, ya que esta apuesta de la cantante le está haciendo descubrir por ella misma el efecto que produce socialmente, recibiendo numerosos “fanarts” que pretenden ilustrar al igual que Filip Custic, el trabajo en el álbum. Podéis ver una muestra de ello siguiendo sus hashtags en instagram o en éste artículo de The watmag.
Concluyendo y gracias a la artista que es, Rosalía ha hecho algo nuevo en la música y ha dado importancia al diseño gráfico y al arte en general. Uno se siente agradecido por la inversión de la cantante y cómo ha dado valor a “lo que entra por los ojos”. Ojalá la sociedad, poco a poco reconozca la importancia que ya le dan de manera inconsciente.

Todo lo que hace Rosalia tiene mucho trabajo detrás aunque nunca me había fijado en sus imágenes